En nuestro mundo actual utilizamos una sola palabra para denominar el tiempo. Los griegos tenían dos: Cronos y Kayrós. El primero es el tiempo cronológico que se mide con el reloj, el segundo es el momento justo, el tiempo cualitativo.
En algún momento de nuestras vidas sentimos que ha llegado el momento justo, el tiempo adecuado para hacer algo. Es una especie de madurez que permite que algo se concrete. Tiene el sentido de la hora crítica en la que se debe tomar una decisión en una encrucijada. También se usa cuando se cumple una profecía.
En la historia de la filosofía este concepto ha sido utilizado para describir conceptos centrales. Por ejemplo aparece en la definición del bien de Platón, en el concepto de la inteligencia divina de Aristóteles, Plotino lo contrapone al término crisis que evoca más bien inestabilidad, por el contrario en el kayrós todo fluye.
El kayrós es un tiempo eterno. Se contrapone al tiempo del hombre como el tiempo de Dios. Es el instante eterno, atributo de Dios según Plutarco. San Pablo decía que Jesucristo es Kayros. El cristianismo primitivo utilizó muchas veces este concepto.
En Psicología se puede considerar el kayrós como un insight: un momento de lucidez en el que se comprende algo intuitivamente. En este momento se llega a un estado de conciencia después del cual nunca se es igual.
Kayrós es también la risa oportuna que produce bien. Ese momento en el que desentrañamos el sentido de lo cómico y entonces estallamos.
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